miércoles, 13 de julio de 2011

NO HAY MOVIMIENTO DE PLACAS, SINO AUMENTO DE VOLUMEN DE LA TIERRA

Como digo en mi libro Propiedades de la Materia Cósmica, la primera teoría dentro de las muchas referentes al estudio de las ciencias de la Tierra y del cielo que no fui capaz de entender cuando me introduje en el estudio de estas ciencias, fue aquella con la que los científicos en geología trataban de dar solución al problema que el alemán Alfred Wegener dio a conocer a principios del pasado siglo con el nombre de deriva continental, que después fue cambiado por el de tectónica de placas ya que para los geólogos, la causa de que los continentes se estén separando sería debido a que las placas tectónicas en que los continentes se encuentran se estarían moviendo y cambiando constante y lentamente de situación unas con respecto a otras aunque de manera muy lenta, por lo que éstas podrían aproximarse en unos casos y alejarse en otros, e incluso meterse unas placas debajo de otras, para lo que habría que suponer, como así hicieron, que tales placas tectónicas tendrían bordes constructivos, que serían aquellos en los que se construye corteza oceánica, y bordes destructivos, que serían otros supuestos bordes que en lugar de construir corteza, lo que harían sería destruirla.
Como podemos ver, esta teoría se contradice a sí misma porque el hecho de que dos continentes se estén separando demuestra que en el océano que entre ellos se encuentra existe una dorsal en la que se está construyendo corteza oceánica. Si en uno de los extremos de la supuesta placa hubiera un borde destructivo, donde la corteza construida en la dorsal se estuviera destruyendo, se estaría anulando la corteza construida en la dorsal, por lo que los continentes no estarían separándose. Por otra parte, no parece razonable que en una Tierra en la que se producen presiones internas tan fuertes que hacen que la corteza se fracture, separándose por ello los continentes, pueda al mismo tiempo introducirse corteza oceánica dentro del manto terrestre, que es precisamente el lugar donde la presión empuja hacia arriba a la litosfera y hace que ésta se fracture: presión que se produce porque la materia caliente que se encuentra dentro de la litosfera está aumentando de volumen. En cualquier caso, la solución al problema de la separación de los continentes no podríamos encontrarla en el movimiento de las placas por la sencilla razón de que las placas litosféricas no existen como tales puesto que la litosfera de la Tierra está compuesta de una sola pieza y tiene además gran espesor y dureza. Existen eso sí, zonas alargadas de mayor actividad geológica, en las que con frecuencia se producen terremotos, y en las que abundan los volcanes activos. Estas zonas circundan o casi circundan a otras de mayor estabilidad geológica, por lo que los geólogos les han dado el nombre de placas: pero por supuesto que no pueden moverse en horizontal, y menos si cabe introducirse unas debajo de otras.
Que los geólogos hayan creído que las placas podrían moverse, no sólo se debe a la comprobada separación de los continentes, sino también a que se han encontrado lugares próximos al ecuador, en los que hay huellas inequívocas de que tales terrenos habrían estado en otro tiempo bajo los hielos polares. También en el lugar en que actualmente se encuentra el polo sur se han encontrado fósiles de reptiles que vivieron hace 200 millones de años; lo que indica que tales zonas gozaban en aquel tiempo de un clima suave o incluso caluroso.
En cuanto a la posibilidad de que una placa pueda introducirse debajo de otra, como así nos dice la tectónica de placas, hemos de decir que tal creencia, al menos en gran parte se debe al descubrimiento de un fenómeno que se produce en lugares en los que en el terreno costero y sus proximidades, existe una gran diferencia de nivel entre las tierras que están cubiertas por el agua y las que junto a éstas están emergidas, donde como caso típico de este tipo de costa, podemos citar la fosa de Atacama, en la que junto a la orilla del océano se encuentra la cordillera de los Andes, y junto a esta cordillera está la referida fosa de Atacama.
Si hacemos una observación a lo largo de toda la costa que corresponde a esta fosa, veremos que los sedimentos del fondo marino están en muchos casos aprisionados por la base de las montañas costeras, y no sólo esto, sino que dichos sedimentos se encuentran a veces arrollados hacia atrás.
Tanto el hecho de que los sedimentos marinos estén aprisionados bajo las montañas que están justo en la costa, como la circunstancia añadida de que tales sedimentos estén arrollados hacia atrás, hizo pensar a los geólogos que ambas cosas serían debidas a que los sedimentos habrían sido incrustado y desformados bajo las montañas al introducirse bajo éstas la placa sobre la que tales sedimentos cabalgan. Sin embargo, si estudiamos este fenómeno más en profundidad y analizamos bien todas las circunstancias, no tardaremos en convencernos de que lo que ocurre es justo lo contrario: son las montañas que están junto al océano las que al formarse o al aumentar su volumen se han situado sobre los sedimentos y los han arrollado y deformado. ¿Por qué sucede esto? Esto sucede porque cuando una montaña se forma o aumenta de volumen, es porque previamente se ha formado un foco de presión a más o menos profundidad en el interior de la Tierra. Este foco, compuesto de magma, ejerce presión con la misma intensidad hacia todas las direcciones de su contorno, pero la parte que cede como es lógico, es la que queda en dirección a la superficie, que es por donde al ceder hacia arriba el terreno, puede liberarse la energía acumulada y desaparecer por ello la presión. La parte de terreno que se eleva estará sobre la vertical del foco de presión salvo que por motivos basados en la resistencia del terreno pueda desviarse algo de dicha vertical; si bien en casos muy especiales, la parte de terreno que cede puede estar 60 ó 70 grados o incluso más, desviado de la línea vertical del foco de presión. Pongamos un ejemplo eligiendo para ello la referida fosa de Atacama, que como sabemos limita con la cordillera de los Andes.
Entre los puntos más altos de la cordillera de los Andes y los más bajos de la fosa de Atacama, existe una diferencia de nivel de más de 14000 metros; por lo que si apareciera a corta distancia tierra adentro de la costa un foco de presión, habría más posibilidad de que el abultamiento del terreno se produjera bajo el agua de la costa junto al continente que en las tierras que estuvieran sobre la vertical del foco de presión, aunque el lugar del fondo de la costa bajo el agua estuviera algo más retirado del foco de presión que el terreno que estuviera sobre la vertical de dicho foco. Esto se debe a que en una elevación del terreno en vertical, las fuerzas endógenas tienen que vencer la resistencia que ofrecen las rocas al romperse más la del peso de éstas; pero esta última resistencia, como podemos imaginar no existe cuando las rocas se mueven en dirección horizontal. Estos movimientos en horizontal, ocurridos una y otra vez en la base del talud de la fosa, es de suponer que debieron arrollar y deformar a los sedimentos marinos al desplazarse sobre ellos las rocas que formaran la pared de dicho talud.
Movimientos de esta índole sufridos en las rocas que componen la litosfera de nuestro planeta, es fácil de entender que existen y que han existido, por lo que no tenemos necesidad de suponer que las deformaciones de estos sedimentos se deban a que el fondo oceánico se esté introduciendo debajo del continente
Tanto en las ciencias de astronomía como en las de geología, los científicos han topado con un problema en cada una de ellas que no han sabido resolver; y creo que en ambos casos han cometido el mismo error: pensar de forma pertinaz y obsesiva en una única idea creyendo que en ella estaba la solución. Así, para los astrónomos, la solución al problema de la energía que produce el Sol y todas las estrellas estaba como sabemos en las reacciones nucleares del hidrógeno: problema este en cuya solución he colaborado al escribir el artículo que envié a la Sra. Ministra de Ciencia e Innovación para que a su vez lo enviara a más de una docena de científicos tanto astrónomos como geólogos por si entre ellos había quienes se interesaran por este nuevo modelo de formación de energía en los astros: un modelo al que yo llamo de energía renovable, ya que de la manera que explico, la materia puede convertirse en energía tantas veces como sea preciso, sin que para ello tenga que deteriorarse el Universo por el alto consumo de hidrógeno que el otro modelo requiere. Un consumo que no ha podido existir porque si así fuera, la materia de la cual está formado el cosmos, no sería hidrógeno en más del 80% como así lo indican los estudios realizados al respecto, ya que en este caso se habría consumido todo este gas hace mucho tiempo.

El problema principal no resuelto por los geólogos, radica fundamentalmente en los supuestos movimientos de las supuestas placas litosféricas; problema al que pretendo quedar resuelto en este artículo.
Para resolver muchos de los problemas que aún quedaban pendientes de solución en geología, hemos de empezar por darnos cuenta de que la Tierra aumenta de volumen. Sobre el por qué se produce este aumento de volumen y cuales son las pruebas que nos permiten llegar a la conclusión de que tal aumente existe, no haremos ninguna referencia en este artículo porque todo ello creo que queda aclarado en el libro Propiedades de la Materia Cósmica, donde además de mostrar muchas pruebas evidentes de que tal aumento existe, explico las razones por las que tal aumento de volumen se produce.
Así pues, la separación de los continentes no es sino la consecuencia de ese aumento de volumen, realizado casi exclusivamente en las dorsales oceánicas, donde se construye fondo oceánico; por lo que podemos dar ese problema por resuelto.
Otro problema que queda perfectamente resuelto si aceptamos el aumento de volumen de la Tierra, es el que nos presentan los distintos lugares de la superficie continental, en los que está demostrado que sobre ellos estuvo alguno de los polos geográficos en el pasado de hace cientos de millones de años. En estos casos, el polo de uno u otro hemisferio estuvo justo en el lugar donde indican las pruebas; después, la Tierra fue aumentando de volumen, y el polo, que no es otra cosa que el lugar de cada hemisferio en el que con mayor oblicuidad chocan contra la superficie terrestre los rayos solares, tuvo que ir desplazándose hacia la zona del planeta que se hubiera colocado más al sur o más al norte, según correspondiera al hemisferio al que el polo perteneciera, y para que esto suceda sólo tiene que aumentar la Tierra de volumen.
Vemos pues que no se trasladaron las supuestas placas litosféricas de un lugar a otro, sino que permanecieron donde habían estado siempre. Lo que sí les sucedió tanto a las tierras en las que habían estado situados los polos como en las que no, es que sin moverse en absoluto cambiaron de situación geográfica, que es como podemos observar lo que ha sucedido en aquellas tierras donde estuvieron los polos. También es evidente que estos cambios de situación geográfica de las tierras fueron en unos casos de distancias más largas y de movimientos más rápidos que en otros; lo que se debió a la velocidad de formación de fondo oceánico que obligara a desplazarse de lugar al polo.
Por poner un ejemplo tenemos al polo sur, que hace 200 millones de años estaba en el África suroriental, a unos 2000 Km. aproximadamente al sur del lugar en que ahora está el ecuador. La distancia a la que hoy se encuentran del ecuador los polos es de 10000 Km., que es como sabemos la longitud de un cuadrante del meridiano terrestre: longitud que no sabemos cual sería en aquel tiempo; si bien sabemos que el polo sur se ha desviado en este sentido unos 8000 Km.; pero esto no nos da una razón para pensar que el perímetro de la Tierra haya aumentado 32000 Km., que es lo que correspondería en el supuesto de que cada cuadrante hubiera aumentado 8000 Km., que es lo que ha aumentado la Tierra en este lugar.
Lo que parece haber sucedido en este caso, es que la fractura que se abrió en torno a la Antártida, era lo que podemos llamar un nuevo modelo de formación de litosfera en el que sólo se construye fondo oceánico; a la vez que también era y es más fácil de construirse. Ello se debe a que en este modelo de formación de litosfera entraron en juego una serie de fracturas cruzadas, como son la falla principal y las fallas transformantes, que al cruzarse aquella con éstas forman un mosaico compuesto de microplacas, aptas para separarse entre sí creando nueva corteza, para lo que también estas placas tienen que alejarse del centro de la Tierra, permitiendo con ello que ésta aumente su volumen y su superficie.
Este modelo de formación, mucho más eficaz que el de las intrusiones de magma dentro de la litosfera, que era el que hasta entonces había permanecido en las viejas tierras continentales, se instaló alrededor de un continente, en cuyo centro se encuentra hoy el polo sur. Esta es la razón de que casi todo el fondo oceánico que se ha formado mediante el modelo de fallas cruzadas, pertenezca al hemisferio austral. En el boreal no sólo hay menos superficie oceánica que en su hemisferio opuesto sino que además, una buena parte de estos fondos oceánicos son tierras continentales que se hundieron en el cataclismo por el que desaparecieron los dinosaurios y se formaron las montañas de la serie alpina: cataclismo que se produjo según todo parece indicar como consecuencia, del meteorito que cayó en la península de Yucatán hace 65 millones de años.
Creo que estas novedosas teorías dicen mucho sobre la verdad del por qué de la separación de los continentes, así como de los movimientos de los polos geográficos además de otras cosas, y queda bien a las claras que la Tierra aumenta de volumen. Esta es una realidad que se hace patente además en múltiples pruebas que lo acreditan.
Todo esto altera sin duda de forma muy significativa el conocimiento que teníamos de nuestro planeta, que junto con la nueva forma hallada de producirse la energía en los astros, nos obliga a cambiar los conceptos equivocados que hasta ahora teníamos de la Tierra y del cielo. Mi pregunta para los científicos en astronomía y en geología es:
¿Por qué siguen negando y rechazando verdades demostradas o que se pueden demostrar, mientras se aferran a unas teorías que más que de ideas podemos calificarlas en algunos casos, de elucubraciones carentes de toda lógica y rigor científico? Tal es así que ni tan siquiera se han atrevido a debatir ninguna de entre las muchas ideas que les presento. Pero creo que el hecho de que yo haya desarrollado estas ideas desde mi condición de autodidacta, no debería ser motivo para negarles el mérito que puedan tener. Más bien podríamos decir lo contrario; deberían tener un valor añadido puesto que siendo como son sólo el producto de mi raciocinio, mi calidad como crítico al no aceptar ciertas teorías aprobadas por la comunidad científica mundial, así como mi capacidad como investigador a la hora de encontrar la solución correcta a muchos de estos problemas, pone de manifiesto que incluso sin estudios he encontrado y he resuelto tales problemas; los mismos que aún estaban sin solucionar a pesar de los esfuerzos que sin duda han hecho científicos investigadores de fama mundial. Prueba de ello es que mis ideas han profundizado en estas ciencias más y mejor que todas las demás. Estas ideas descubrimientos están ahí en espera de ser aceptadas; pero mientras se deciden quienes deben hacerlo, me ha parecido oportuno hacerlas llegar al público de la mejor manera posible; que es haciéndoles llegar este y otros artículos.

Antonio Cuenda García. TEL. 925523239-635542550
C/ Sauces 4 Urb. Villeriche 45230 Numancia de la Sagra Toledo 28 de mayo de 2011
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