miércoles, 28 de octubre de 2009

Los astrónomos y los geólogos tienen sesos, cómo no; sin embargo, sus principales teorías no se sostienen


Como autor del libro, Propiedades de la Materia Cósmica y desde mi posición de autodidacta, crítico e investigador en estas ciencias, quiero hacerles saber a mis lectores, que las ideas que contiene han sido concebidas casi en su totalidad en respuesta a unas teorías que, aunque están aprobadas por la Comunidad Científica Internacional, no resultan convincentes tanto por las incoherencias que presentan en unos casos, como por la ambigüedad con que se nos explican en otros. Tomemos como ejemplo cuatro importantes teorías bien conocidas, dos de astronomía y dos de geología.
1ª) el modo en que el Sol y las estrellas producen su energía, parece estar bien asumido por las autoridades científicas, que es mediante las reacciones nucleares del hidrógeno al convertirse en helio. Yo, que aunque no soy un científico de estudios universitarios me considero en estas ciencias un pensador de ideas claras y meditación profunda, no creo por varias razones que explico con detalle en el libro, que el calor que producen los astros tenga su origen en las reacciones nucleares del hidrógeno; por lo que he elaborado otra teoría que creo que es más aceptable: es la siguiente. La gran masa de gases que da origen a una estrella, adquiere forma de esfera debido a la fuerza de gravedad que los gases ejercen sobre sí mismos, y van muy lentamente aumentando su densidad casi por igual en toda la esfera, hasta que los átomos que ocupan el justo centro de esta llegan a un punto al que podríamos llamar punto crítico de presión. Cuando los gases llegan a este punto, hay átomos que no soportan tanta presión y pierden por ello una partícula subatómica: probablemente un electrón. Al ocurrir esto en los átomos, sus fuerzas eléctricas se descompensan, por lo que aparece una fuerza de atracción de signo positivo y de intensidad muy superior a la de la fuerza de gravedad, a la que podríamos llamar fuerza electrostática. Esta fuerza no es como la de gravedad con la que los cuerpos se atraen mutuamente y caen con lentitud por su propio peso tanto en la Tierra como en el resto de los cuerpos celestes, ya que es atraída la materia por el hecho de ser materia. En este caso, la fuerza que aparece es mucho más intensa, y no atrae a la materia sino a la carga eléctrica que los átomos contienen, y que al ser la partícula perdida un electrón (de signo eléctrico negativo), aparecerá en el átomo una fuerza de atracción de signo eléctrico positivo, por lo que atraerá a los electrones de los átomos con los que contacta a su alrededor Pero como estas partículas eléctricas no pueden desprenderse del resto del átomo, ni éste puede desprenderse de la materia que contiene, los átomos con los que este contacta son atraídos, los mismos que a su vez pierden partículas subatómicas y aumentan su fuerza de atracción y así sucesivamente; con lo que en breves momentos, toda la materia de la esfera se pone en movimiento a la velocidad de la corriente eléctrica hacia el centro de la esfera, que es el lugar donde tuvo su comienzo la implosión. Y así, la materia que cada vez en mayor cantidad sigue llegando a este punto, termina ocupando un espacio reducidísimo porque para ello cuenta con la propiedad (entre otras), de que, en semejantes condiciones de presión, los átomos no sólo pierden sus electrones, sino también la gran cantidad de espacios que ocupan sus órbitas. La materia en este estado ha sufrido lo que podríamos llamar una alteración en su estado físico: estado en el que ha aumentado enormemente su densidad, su fuerza de atracción para consigo misma y su temperatura. Y mientras que los átomos no recuperen sus partículas subatómicas y estas no se pongan a girar alrededor del núcleo atómico o formen parte de él según corresponda (cosa que no puede suceder porque lo impide el exceso de presión), la materia en tales condiciones seguirá generando a gran escala calor, fuerza de atracción y presión. Esto es lo que está ocurriendo en el Sol, en las estrellas y en el interior profundo de la Tierra y de otros planetas.
2ª) las explosiones de supernovas, atribuidas hasta ahora a procesos internos que se producirían en estrellas ancianas cuando han consumido todo el hidrógeno de su centro, es una teoría que no tiene mucho sentido; primero porque como ya vemos en el apartado anterior, creo que queda claro que, afortunadamente, el Universo puede estar eternamente produciendo calor y generando energía sin que para ello tenga que deteriorarse a consecuencia del excesivo consumo de hidrógeno; pero aunque no fuera así, nada hace pensar que en el centro de una estrella, y menos aún de avanzada edad, en la que su materia se encuentra muy descomprimida, a baja temperatura y en relativo reposo, pueda producirse un fenómeno tan sumamente violento, en el que los gases lanzados al espacio se mueven a miles de kilómetros por segundo. Por lo tanto, creo que es más sensato y razonable, pensar que las explosiones de supernovas se originan en la formación de estrellas muy masivas, mediante una implosión que tiene su comienzo en el centro de la esfera de gases, tal como acabamos de explicar para la formación del calor en los astros. Únicamente nos queda que agregar en este caso, el motivo por el que se produce la explosión de supernova. Que no es otro que el efecto de rechazo o rebote que se produce con la última materia que cierra la implosión. En esta implosión en la que la materia se mueve a tan alta velocidad, la que vaya impactando irá produciendo una explosión que durará el poco tiempo que tarde en reunirse toda la masa de la esfera, pero esta explosión irá siendo reprimida por la violenta caída de los gases; sólo los que caigan en último término pueden producir esa espectacular explosión.
Como podemos ver, estas dos teorías se complementan, ya que la implosión producida en la materia del protoastro parece ser la responsable tanto de la formación de los astros como de la producción y conservación de la energía que estos generan durante su larga vida. Al tiempo que también da sentido al hecho de que en el sitio en que tiene lugar la explosión (donde lógicamente no debería quedar nada salvo un vacío absoluto), aparezca una masiva y diminuta estrella de neutrones, que sin duda no podría haberse formado si antes de la explosión no se hubiera producido una implosión.
3ª) la separación de los continentes entre sí, no se origina por los movimientos de las placas litosféricas ya que no existen tales movimientos: se separan porque la materia caliente del interior de la Tierra está aumentando de volumen a la vez que pierde densidad. Lo que tal vez se deba a que los átomos van recuperando lentamente las partículas subatómicas que perdieron en la formación del planeta, por lo que aumentan de volumen y esto hace que aumente el volumen de la materia en que se encuentran; aumentando por ello el volumen de la Tierra. Las pruebas por las que podemos ver este aumento de volumen son muchas y muy claras; muchas de ellas también presentes en el libro.
4ª) la desaparición de los dinosaurios no se produjo sólo como consecuencia del meteorito gigante que cayó hace 65 millones de años en la Península de Yucatán, sino que a esto se unió un cataclismo de proporciones gigantescas que dicho meteorito provocó; en el que se hundieron grandes extensiones de tierras continentales, que pasaron a ser fondos oceánicos; a la vez que otras tierras, también continentales, se elevaron formándose así altas y extensas montañas. Los fondos oceánicos que pertenecen a las tierras continentales hundidas, podemos distinguirlos de los que tuvieron su formación bajo el agua porque son distintos en varios aspectos. Por ejemplo, no están cruzados por la falla principal ni por las fallas transformantes, que son las que han facilitado la formación de los fondos oceánicos. Y su topografía es muy parecida a la de las tierras emergidas, donde los cañones submarinos que a veces presentan, a los que se les supone que han sido formados por las corrientes de turbidez, no son sino los ríos por donde corrían las aguas antes de que estos fondos se hundieran. Otro tipo de accidente propio de estos fondos, son los arcos insulares y sus correspondientes cuencas marginales, formados por las causas que explico en el libro.
Como sería de esperar, para hundirse estas tierras tendrían que elevarse otras. Y así fue, se hundieron las zonas que durante la formación y extensión de los océanos, el lento y constante aumento de volumen de la Tierra había hecho que las regiones centrales del entonces único continente se elevaran en exceso, y se elevaron aquellas más bajas que a su vez estaban constituidas por gruesas y extensas capas de sedimentos, ya que era este el tipo de corteza que menos resistencia ofrecía contra la presión que el magma hiciera hacia arriba al hundirse las tierras más elevadas. La confirmación de que fue así, la tenemos en el hecho de que las montañas de la seria alpina estén compuestas de sedimentos. Pero es que además también coincide que este orógeno, que está repartido por toda la Tierra, tiene 65 millones de años de edad; que es el mismo tiempo que hace que cayó el meteorito de Yucatán y que desaparecieron los dinosaurios. Si a esto queremos agregar otro hecho que ocurriera en la Tierra en ese mismo tiempo, y confirmar así que se produjeron los hundimientos, hagamos pruebas para ver si es posible, cuándo se hundieron los fondos del Pacífico occidental y los del Océano Glacial del Norte, así como los del Caribe y del Golfo de Méjico, que son las zonas donde se aprecia que son tierras continentales hundidas. Si esto no se puede averiguar porque no se encuentren pruebas que lo acrediten, sí se podrá medir la edad de estos fondos. Y de ser tierras continentales hundidas, como así espero, serán más antiguas que los fondos oceánicos de mayor edad (180 millones de años), y las rocas serán fundamentalmente graníticas, propias de los continentes, y no de basaltos como corresponde a las rocas formadas bajo las aguas de los océanos.
También estas dos teorías se complementan, ya que si no hubiera sido por el aumento de volumen de la Tierra, la corteza continental no habría pasado a tener una curvatura de redondez más cerrada de lo que en aquel tiempo le correspondía al volumen de la Tierra, que es lo que había hecho que las regiones centrales del continente adquiriesen una estabilidad bastante precaria; lo que se debía a que, al tener la línea de la superficie terrestre continental, una curvatura de redondez más cerrada que la del nivel del magma sobre el que se sustentaba, las regiones del borde continental y sus proximidades estaban un poco hundidas en el magma de la astenosfera; que venía a ser lo contrario de lo que ocurría en las regiones centrales; lo que se debía a que no sólo se cargaba sobre esta región del borde continental el peso de la corteza que estaba sobre él, sino también parte del que pertenecía a la corteza de las regiones centrales.
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Quienes deseen conocer estas ideas, diríjanse a los Telef. 925523239 – 635542550 - 656624351. Antonio Cuenda. También pueden escribir al correo: antoniocuenda1935@gmail.com O visitar mi blog: astronomiaygeologia.blogspot.com El precio del libro son 12 €, su formato 17X22 y sus paginas 235. Editado por Publidisa. 11-12-2009